La sociedad evoluciona, la sociedad va cambiando, a veces progresivamente otras velozmente, sus paradigmas culturales.
Uno de los cambios contemporáneos más radicales se está produciendo en la conformación de las familias.
Estamos pasando de la familia tradicional, homoparental, a un grupo cada vez más creciente de familias disociadas, es decir, con matrimonios o parejas que se desvinculan y -muchas de ellas- generan nuevos grupos familiares.
En la actualidad, en San Francisco se producen aproximadamente 40/50 divorcios por año. Si consideramos que se casan anualmente unas 200/250 parejas, obtenemos que cada 10 parejas que se casan, 2/3 rompen ese vínculo. Esto sin contar las uniones y separaciones de hecho, que van en aumento y nos tienen registro.
El punto es que muchas de esas roturas de vínculos son traumáticas por cuestiones afectivas o materiales.
Y cuando esa crisis no se resuelve en un marco de racionalidad, allí donde hay hijos, muchas veces estos son utilizados como una especie de "arma" en la batalla que sostienen los ex conyuges.
Algunos padres comienzan a "concientizar" a sus hijos respecto de lo mal padre o madre que es el otro.
El retaceo de las visitas, el no pago de las cuotas alimentarias y las denuncias de violencia son una especie de "combo" que constituye lo que hoy se conoce como síndrome de alienación parental u obstrucción de vínculos que, muchas veces, termina en los tribunales.
Por supuesto que el problema de fondo es la actitud de los padres frente a la separación. Eso no lo duda nadie.
Ahora, cuando le toca intervenir al Estado, quiero plantear aquí mis dudas respecto de la capacidad en términos de recursos humanos y materiales para afrontarlo.
De hecho, en San Francisco, el mismo juez que resuelve sobre un concursos privado de acreedores o una quiebra, o el cobro de un pagaré, debe ocuparse de estas cuestiones porque no hay un Juzgado de Familia específico.
El SAC es ya una realidad entre nosotros y es hora de comenzar a hablar de ello para que la sociedad comience a buscar respuestas a una problemática creciente en términos cuantitativos y cualitativos.