San Francisco y la región viven una escalada de hechos delictivos que preocupa por igual a autoridades y vecinos.
En menor o mayor medida, siempre hubo delitos en nuestra comunidad. Lo que llama la atención en los últimos tiempos es el grado de complejidad que los mismos implican.
Recientemente, el robo del avión en el aeroclub, el asesinato de Natalia Vercesi, el operativo donde de desarticuló un banda con más de 3 kg de cocaína y hace un tiempo las acciones para esclarecer el robo a una mutual de la ciudad de Corral de Bustos y asaltos organizados a la zona rural protagonizados por delincuentes de nuestra ciudad y región nos hablan de un nuevo estadío en el nivel de organización y complejidad de los delitos perpetrados en nuestra zona o llevados adelante por bandas de nuestra ciudad.
La mayoría de los hechos enunciados requieren de un cierto nivel de organización, de logística e inteligencia que no se daba en el pasado.
Hay una serie de factores que permiten explicar porqué, en las actuales circunstancias, San Francisco va camino a dejar, definitivamente, de ser la ciudad segura que algún día fue.
- Temporalmente, este "salto" cualitativo en el delito es contemporáneo a la llegada del juego a la ciudad. No tanto por lo que implica el juego en sí mismo sino porque genera espacios de "encuentro" de "reunión" de elementos vinculados al mundo del delito (droga, prostitución, etc).
- La triple frontera que compartimos San Francisco, Frontera y Acapulco sin una accionar unívoco de las fuerzas policiales, genera espacios para el accionar delictivo.
- El crecimiento en el consumo de sustancias les da a los delitos un perfil más violento.
- La trata de "blancas" asoma entre el nuevo tipo delictivo en nuestra zona.
- Aúnque se observa una trabajo policial intenso, existe la sensación de que no se cuenta con el recurso humano y material suficiente para enfrentar estos hechos.
El delito y su consecuencia directa que es la inseguridad no es un problema social cuya solución pueda ser dejada en manos de la fuerza policial y de la justicia exclusivamente.
Se requiere de una respuesta masiva y organizada de toda la sociedad. Volver a estar y sentirnos seguros es un desafío donde la solidaridad, el ponerse codo a codo, es un concepto que no puede estar ajeno a la acción.
San Francisco y la región ya requieren de una convocatoria amplia para definir líneas de actuación que permitan interactuar al ciudadano, organizadamente, con las fuerzas de seguridad.
Existen en la ciudad dos ejemplos de respuestas de este tipo y son los barrios 9 de Setiembre y Vélez Sarfield que, ante una ola de robos, instalaron alarmas comunitarias que le permitieron reducir notablemente estos delitos en esos sectores.
Si no generamos algún tipo de reacción, es evidente que San Francisco va camino a transformarse, en el mediano plazo, en una ciudad clarmente insegura y eso, la inmensa mayoría de los ciudadanos, no lo deseamos.
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