200 mm en dos días, con aguaceros descargados en pocas horas anegaron la ciudad generando los clásicos inconvenientes en muchos sectores de San Francisco.
Al margen de los daños provocados por el temporal y la comprensión por el enojo en aquellas personas a las que les ingresó el agua en sus viviendas, estas líneas se refieren al clásico de la política cuando suceden estos fenómenos meteoreológicos.
Lo opositores lanzan sus críticas feroces a los oficialistas como si fueran unos verdaderos inútiles por no evitar que suceda lo que viene sucediendo desde 1886. Y los oficialistas, que cuando fueron opositores hicieron lo mismo, se defienden como pueden y casi siempre incluyen una promesa de pronta solución.
Así quedan prisioneros de expectativas creadas en la población que luego, por supuesto, no pueden ser satisfechas. La frustración del vecino engañado, por cierto y justificadamente, se descarga con fuerte epítetos sobre todos los políticos.
Días pasados, charlando con un grupo de amigos, concluíamos que la verdad sobre este tema es que la ciudad, por sus características geográficas de planicie, siempre, siempre se va a anegar cuando se produzca una descarga rápida de un alto milimitraje de agua.
Lo que se puede hacer es evacuar ese agua más rápido o evitar que el anegamiento se produzca tan pronto. Nada más.
!Pero y porqué no dicen eso en las campañas! comentaron mis contertulios.
La pregunta que quedó sin respuestas es ¿nos gusta que nos digan la verdad?, ¿votamos a quienes no nos prometen solución rápida a todos los problemas?.
Por ahora, los políticos con chances de llegar al gobierno no se arriesgan y prometen el oro y el moro para llegar.
Después, son prisioneros de esas expectativas que crearon.
Claro, para ese momento, ya están en el poder.
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