En abril de 1982 tenía 22 años, hacía poco mas de dos que había dejado el servicio militar donde estuvimos movilizados para luchar por “nuestro” Canal de Beagle. El 2 de abril caminaba con una amiga desde la rotonda –allí me había dejado un automovilista al que le había hecho “dedo” desde Devoto- rumbo a la Escuela 1062 de Frontera en la cual estaba terminando mi bachillerato.
Ese día los canales de TV y las radios nos habían puesto al tanto de que habíamos recuperado “nuestras” islas Malvinas. Estaba eufórico y le dije a mi acompañante lo feliz que me encontraba porque al fin se hacía justicia. Si hubiese vivido en Buenos Aires seguro formaba parte de los miles que asistieron a Plaza de Mayo para apoyar la “gesta patriótica”.
Mi amiga me confesó no saber mucho de historia, pero que no le gustaba la guerra y mucho menos contra los ingleses que de pelear sabían mucho. Mi respuesta fue terminante. “no se van a animar a venir”; “las islas están muy lejos y a ellos no les interesan”; “nos apoyan los países no alineados”; etc., etc.
¡Qué equivocado que estaba!
Es que mi generación es hija de la escuela que nos enseñó que ese triangulo en la Antártida es “nuestro”; al igual que el Canal de Beagle y las Malvinas.
Grande fue mi frustración cuando me enteré que la Antártida en realidad es un territorio internacionalizado, o sea que no le pertenece a nadie, que ese triángulo sólo existe en nuestras mentes y que en el mismo hay algunas bases argentinas y muchas de países como Gran Bretaña, USA, Chile, Francia, etc. Por el Canal de Beagle casi fuimos a una guerra. Nos salvó la mediación papal que…le terminó dando la mayor parte de la razón a Chile.
¿Y las Malvinas? Si tan claro es que son nuestras ¿Porqué la mayor parte del mundo nos consideró un país invasor?; ¿Porqué sólo recibimos algún apoyo moral de países del llamado Tercer Mundo?, ¿Porqué Chile y hasta el mismo Uruguay colaboraron con Gran Bretaña?
¿No será que los títulos que nosotros exponemos como incontrastables en realidad no lo son tanto?, ¿Porqué nunca estudiamos lo que dicen los ingleses para poder tener una visión completa del problema?
Es que nuestra educación y nuestra visión de la historia tienen un sesgo autoritario tan acentuado que sólo se permite ver y mostrar una de las muchas caras que tiene la realidad. A partir de allí, nuestra libertad está completamente condicionada por el alto componente de ignorancia que tenemos.
Es que esa realidad puede dolernos y tal vez por eso no queremos verla.
Es cierto que tenemos fuertes argumentos geográficos e históricos para reclamar las islas. Es cierto que pertenecieron a España y por ende luego pasaron al Virreinato del Río de la Plata y nosotros somos los herederos directos de aquel.
Pero también es cierto que con el mismo argumento deberíamos reclamar la soberanía sobre Bolivia y Uruguay. Y no los hacemos.
Hay otra razón fuerte que esgrimen los isleños y tiene que ver con el principio de autodeterminación de los pueblos…y ellos no se sienten ni quieren sentirse argentinos. Mal que nos pese son quienes habitan ese suelo desde hace 150 años y como nosotros, tienen derechos.
También hay que decir –aunque resulte políticamente incorrecto- que la decisión de recuperar la islas por parte de la Dictadura Militar, lejos de tener fines patrióticos, respondió a la necesidad interna de darle nuevos aires a un gobierno que se debilitaba día a día económicamente y se aislaba del mundo a medida que se conocían las atrocidades que había cometido en el marco de la lucha antisubversiva.
Los únicos héroes de esa decisión absolutamente equivocada fueron los soldados, suboficiales y oficiales que fueron a una guerra mal planificada, sin pertrechos y sin ninguna posibilidad de obtener la victoria.
Por éstos días corren ríos de tinta cargadas de “patriotismo” reiterando frases hechas como “Las Malvinas son Argentinas” o nombres de ciudades o puntos geográficos en las islas que nadie excepto nosotros reconoce como “Puerto Argentino”; “Ganso Verde”, etc., etc. Sin embargo no leí a nadie diciendo que para transformar esas expresiones de deseo en realidad deberíamos imaginarnos venciendo militarmente a buena parte del mundo civilizado, provocando un éxodo de los actuales habitantes de las islas y recolonizando con miles de argentinos ese territorio.
Hoy por hoy, eso es tan utópico como esperar la “relocalización” de Botnia en el Uruguay.
Con semejantes objetivos en nuestra política exterior, la frustración está a la vuelta de cada esquina y sólo nos explicaremos la realidad recurriendo a la remanida teoría conspirativa que nos permite siempre poner culpas propias en cabezas ajenas.
Aunque resulte doloroso, frustrante, creo que sería mucho más productivo poner las cosas en su lugar y decir que las Malvinas “deberían” ser argentinas pero que en realidad no lo son y a partir de allí fijarnos una estrategia y tácticas que nos acerquen de verdad al objetivo en lugar de alejarnos cada
Tertulias descafeinadas
Una buena tertulia, ya sin mucho café a esta altura, es uno de los placeres de la vida. La propuesta es simple: pensar, escribir, discutir, filosofar y disfrutar del vuelo que nos pueden dar las palabras.
domingo, 3 de abril de 2011
sábado, 19 de diciembre de 2009
¿Por qué no logramos el uso masivo del casco?
La noticia del trágico accidente que se llevó la vida del joven Rodrigo Luque el pasado fin de semana dio origen en nuestro portal de noticias a más de 30 comentarios.
El contenido de los mismos es de lo más diverso.
Están aquellos que expresaron sus condolencias para la familia de Rodrigo que tenía apenas 18 años al momento de perder la vida.
Pero también estuvieron las personas que quisieron expresar su opinión respecto a los motivos por los cuales este tipo de accidentes, protagonizados por motociclistas, se suceden de manera alarmante.
La búsqueda de las causas transitó por la falta de educación que le proporcionamos los padres a nuestros hijos, la falta de capacidad para ponerles límites que surge del seno familiar y, también, la falta de controles del Estado para hacer cumplir normas como el uso obligatorio del casco, la velocidad máxima o la circulación por los carriles correctos.
Algunos participantes de la discusión, temerariamente en mi opinión, fijaban culpas, o bien en el joven porque habría transitado a altas velocidades y supuestamente haciendo “Willies” y otros en el automóvil que se habría cruzado de carril de modo incorrecto.
Sin entrar en la búsqueda de culpables, que de eso se tiene que encargar la justicia, como corresponde, no puedo dejar de apuntas algunas reflexiones que quiero compartir con ustedes.
¿Es posible que se discuta aún sobre la obligatoriedad del uso del casco en los motociclistas?; ¿No está suficientemente probado que 3 de cada 4 muertes en accidentes protagonizadas por motos, hubiera sido posible evitarlas su se usara el casco?
Resulta difícil comprender que aún se esgrima el argumento de que “me perjudico solo si me pasa algo”. ¿Y la familia?; ¿Y los amigos? ¿Y los costos que le implica al Estado controlar el uso porque hay una especie de resistencia civil en, al menos, el 40% de los motociclistas sanfrancisqueños?
No solo el perjuicio no es individual, sino que es absolutamente colectivo.
En el sentido de implantar la obligatoriedad, la actual gestión tiene mi reconocimiento en cuanto al esfuerzo realizado durante estos dos años para lograr que más de la mitad de los motociclistas lo use.
Estoy de acuerdo con los controles y con las multas que se aplican.
Estoy de acuerdo con las campañas de concientización que se realizan y, de hecho, Radiocanal ha contribuido en este sentido a lo largo de toda su programación.
No estoy de acuerdo con las agresiones que sufren los agentes de tránsito y creo que se los debe respaldar en su accionar de todas la maneras posibles.
Ahora, ¿Por qué no logramos el uso masivo del casco?
Creo que hay al menos, tres razones:
- Nuestra cultura anómica es difícil de modificar pero hay que seguir trabajando en ello.
- El municipio debe aumentar los recursos humanos en el área de control de tránsito y pasar del accionar esporádico al accionar continuo.
- El municipio debe lograr que los agentes municipales sean los primeros en cumplir esta norma, pues revela a los ciudadanos ver que se lo exigen a ellos y los propios empleados municipales que los controlan, no cumplen con el uso del casco tal como lo apunta específicamente la regulación vigente en esta materia.
El contenido de los mismos es de lo más diverso.
Están aquellos que expresaron sus condolencias para la familia de Rodrigo que tenía apenas 18 años al momento de perder la vida.
Pero también estuvieron las personas que quisieron expresar su opinión respecto a los motivos por los cuales este tipo de accidentes, protagonizados por motociclistas, se suceden de manera alarmante.
La búsqueda de las causas transitó por la falta de educación que le proporcionamos los padres a nuestros hijos, la falta de capacidad para ponerles límites que surge del seno familiar y, también, la falta de controles del Estado para hacer cumplir normas como el uso obligatorio del casco, la velocidad máxima o la circulación por los carriles correctos.
Algunos participantes de la discusión, temerariamente en mi opinión, fijaban culpas, o bien en el joven porque habría transitado a altas velocidades y supuestamente haciendo “Willies” y otros en el automóvil que se habría cruzado de carril de modo incorrecto.
Sin entrar en la búsqueda de culpables, que de eso se tiene que encargar la justicia, como corresponde, no puedo dejar de apuntas algunas reflexiones que quiero compartir con ustedes.
¿Es posible que se discuta aún sobre la obligatoriedad del uso del casco en los motociclistas?; ¿No está suficientemente probado que 3 de cada 4 muertes en accidentes protagonizadas por motos, hubiera sido posible evitarlas su se usara el casco?
Resulta difícil comprender que aún se esgrima el argumento de que “me perjudico solo si me pasa algo”. ¿Y la familia?; ¿Y los amigos? ¿Y los costos que le implica al Estado controlar el uso porque hay una especie de resistencia civil en, al menos, el 40% de los motociclistas sanfrancisqueños?
No solo el perjuicio no es individual, sino que es absolutamente colectivo.
En el sentido de implantar la obligatoriedad, la actual gestión tiene mi reconocimiento en cuanto al esfuerzo realizado durante estos dos años para lograr que más de la mitad de los motociclistas lo use.
Estoy de acuerdo con los controles y con las multas que se aplican.
Estoy de acuerdo con las campañas de concientización que se realizan y, de hecho, Radiocanal ha contribuido en este sentido a lo largo de toda su programación.
No estoy de acuerdo con las agresiones que sufren los agentes de tránsito y creo que se los debe respaldar en su accionar de todas la maneras posibles.
Ahora, ¿Por qué no logramos el uso masivo del casco?
Creo que hay al menos, tres razones:
- Nuestra cultura anómica es difícil de modificar pero hay que seguir trabajando en ello.
- El municipio debe aumentar los recursos humanos en el área de control de tránsito y pasar del accionar esporádico al accionar continuo.
- El municipio debe lograr que los agentes municipales sean los primeros en cumplir esta norma, pues revela a los ciudadanos ver que se lo exigen a ellos y los propios empleados municipales que los controlan, no cumplen con el uso del casco tal como lo apunta específicamente la regulación vigente en esta materia.
lunes, 9 de noviembre de 2009
SI HAY INFLACIÓN ¿COMO SE PUEDE MANTENER EL PODER ADQUSITIVO?
"No exageramos un ápice si decimos que la suerte del segundo mandato del Dr. Madonna está ligada a los resultados de su política para aumentar los ingresos de las arcas municipales, fundamentalmente aquellos que no dependen de la buena voluntad del gobernador o el presidente que hasta ahora le permitieron sortear varios momentos críticos de su gestión".
Este párrafo pertenece a una columna que publiqué en este portal en enero de 2004, a pocas semanas de haber asumido Hugo Madonna su segundo mandato. Pueden releerla en el historial de artículos de www.radiocanal.com.ar.
Digo esto para evitar suspicacias a la hora de valorar mi opinión acerca del aumento en algunas tasas municipales previsto para el año 2010 por la gestión Llaryora.
Madonna nunca, en sus 8 años de gestión, logró revertir el déficit operativo heredado de Jorge Bucco -quién había ingresado en esta situación en 1997 aproximadamente-. Más bien todo lo contrario, lo amplió.
Siempre consideró los aumentos de tasas como un “costo político” que no estuvo dispuesto a pagar.
Ese concepto le costó, en buena medida, la elección de 2007 y buena parte de un futuro político que aparecía como brillante.
El corazón de la política económica de Llaryora -exitosa en términos generales hasta hoy- es haber revertido esa diferencia negativa entre ingresos y egresos corrientes, creando un superávit que le permitió afrontar algunas deudas y efectuar algunas inversiones.
Mantener esta situación a lo largo del año 2010 debería ser - en mi opinión - su principal desafío si quiere mantener la gobernabilidad del municipio de San Francisco.
Una de las vías para que el dinero que entra por ingresos corrientes, sea más del que sale por gastos corrientes mes a mes, es achicar el gasto. Es probable que haya margen para trabajar en este aspecto pero lo que se logre no será cuantitativamente importante.
El principal gasto son los salarios. Habría que pensar en despedir a, por lo menos, 200 trabajadores si se aspira a un achique sustancial. No veo condiciones políticas para una medida de esta naturaleza.
Tampoco se ve a la ciudad con un proceso de inversiones públicas municipales que permitan pensar que si se dejan de realizar, impactarán fuertemente en el gasto.
Además, la pesada carga de la deuda sigue siendo eso, una pesada carga apenas alivianada en estos dos años de gestión peronista.
Por lo tanto, si Llaryora quiere mantener el "poder adquisitivo" de sus ingresos, no tiene otra alternativa que evaluar la inflación prevista para el próximo año y "acompasar" sus ingresos con la misma.
Es lo que haríamos en nuestras familias o empresas si tuviéramos, obligatoriamente, que realizar un presupuesto con un año de anticipación.
Cae de maduro que en una economía inflacionaria, intentar que nuestros ingresos crezcan al menos a ese ritmo, es algo más que racional.
¿Por qué el Estado debería actuar de otra manera?
Es cierto que mi posición no está en línea con la crítica fácil.
Sucede que escucho año a año a los críticos y ninguno señala cómo evitar el deterioro de los ingresos municipales por vía de la inflación sin mejorar los ingresos o achicar los gastos – apuntando donde se haría el “ajuste”-.
Año a año escucho también -antes y ahora- a los mismos que critican los aumentos, pedir soluciones que significan más gastos. Eso es una contradicción.
Soy de los que piensan que hay que darle al Estado los recursos necesarios para funcionar, así como pienso que el énfasis ciudadano, debe estar puesto en el control y seguimiento del gasto en el sentido de que sea eficiente y transparente.
Es por eso que me pareció atinada parte de la intervención del presidente de la Federación de Centros Vecinales, cuando, ante la inminencia del aumento, pidió más y mejor información sobre el gasto.
Por supuesto, cuando hablo de tolerar aumentos, me refiero a aquellos que tengan como fin amortiguar el impacto inflacionario.
El aumento del 15% en la Tasa de Inmuebles y del 10% en la Tasa de Cementerio no parece un desatino.
¿Acaso alguien prevé para 2010 una inflación menor a esa cifra?
¿Acaso algún trabajador dejará de reclamar un aumento en sus salarios del año inferior a esa cifra?
¿Acaso algún empresario renunciará a aumentar sus productos cuando sus costos suban en esa proporción?
¿Porqué, entonces, pedirle entonces al Estado, algo que ninguno de nosotros estamos dispuestos a hacer?
Este párrafo pertenece a una columna que publiqué en este portal en enero de 2004, a pocas semanas de haber asumido Hugo Madonna su segundo mandato. Pueden releerla en el historial de artículos de www.radiocanal.com.ar.
Digo esto para evitar suspicacias a la hora de valorar mi opinión acerca del aumento en algunas tasas municipales previsto para el año 2010 por la gestión Llaryora.
Madonna nunca, en sus 8 años de gestión, logró revertir el déficit operativo heredado de Jorge Bucco -quién había ingresado en esta situación en 1997 aproximadamente-. Más bien todo lo contrario, lo amplió.
Siempre consideró los aumentos de tasas como un “costo político” que no estuvo dispuesto a pagar.
Ese concepto le costó, en buena medida, la elección de 2007 y buena parte de un futuro político que aparecía como brillante.
El corazón de la política económica de Llaryora -exitosa en términos generales hasta hoy- es haber revertido esa diferencia negativa entre ingresos y egresos corrientes, creando un superávit que le permitió afrontar algunas deudas y efectuar algunas inversiones.
Mantener esta situación a lo largo del año 2010 debería ser - en mi opinión - su principal desafío si quiere mantener la gobernabilidad del municipio de San Francisco.
Una de las vías para que el dinero que entra por ingresos corrientes, sea más del que sale por gastos corrientes mes a mes, es achicar el gasto. Es probable que haya margen para trabajar en este aspecto pero lo que se logre no será cuantitativamente importante.
El principal gasto son los salarios. Habría que pensar en despedir a, por lo menos, 200 trabajadores si se aspira a un achique sustancial. No veo condiciones políticas para una medida de esta naturaleza.
Tampoco se ve a la ciudad con un proceso de inversiones públicas municipales que permitan pensar que si se dejan de realizar, impactarán fuertemente en el gasto.
Además, la pesada carga de la deuda sigue siendo eso, una pesada carga apenas alivianada en estos dos años de gestión peronista.
Por lo tanto, si Llaryora quiere mantener el "poder adquisitivo" de sus ingresos, no tiene otra alternativa que evaluar la inflación prevista para el próximo año y "acompasar" sus ingresos con la misma.
Es lo que haríamos en nuestras familias o empresas si tuviéramos, obligatoriamente, que realizar un presupuesto con un año de anticipación.
Cae de maduro que en una economía inflacionaria, intentar que nuestros ingresos crezcan al menos a ese ritmo, es algo más que racional.
¿Por qué el Estado debería actuar de otra manera?
Es cierto que mi posición no está en línea con la crítica fácil.
Sucede que escucho año a año a los críticos y ninguno señala cómo evitar el deterioro de los ingresos municipales por vía de la inflación sin mejorar los ingresos o achicar los gastos – apuntando donde se haría el “ajuste”-.
Año a año escucho también -antes y ahora- a los mismos que critican los aumentos, pedir soluciones que significan más gastos. Eso es una contradicción.
Soy de los que piensan que hay que darle al Estado los recursos necesarios para funcionar, así como pienso que el énfasis ciudadano, debe estar puesto en el control y seguimiento del gasto en el sentido de que sea eficiente y transparente.
Es por eso que me pareció atinada parte de la intervención del presidente de la Federación de Centros Vecinales, cuando, ante la inminencia del aumento, pidió más y mejor información sobre el gasto.
Por supuesto, cuando hablo de tolerar aumentos, me refiero a aquellos que tengan como fin amortiguar el impacto inflacionario.
El aumento del 15% en la Tasa de Inmuebles y del 10% en la Tasa de Cementerio no parece un desatino.
¿Acaso alguien prevé para 2010 una inflación menor a esa cifra?
¿Acaso algún trabajador dejará de reclamar un aumento en sus salarios del año inferior a esa cifra?
¿Acaso algún empresario renunciará a aumentar sus productos cuando sus costos suban en esa proporción?
¿Porqué, entonces, pedirle entonces al Estado, algo que ninguno de nosotros estamos dispuestos a hacer?
lunes, 2 de noviembre de 2009
LAS SENDAS PEATONALES SON ESO Y NO OTRA COSA
Un episodio puntual, ocurrido con una par de artistas callejeros colombianos - de paso por nuestra ciudad - instalados en uno de los semáforos de Av. Urquiza y que motivó la intervención de agentes de tránsito municipales y policías provinciales derivó en una profunda e interesante discusión acerca de la utilización de los espacios públicos.
El conocimiento del hecho hizo que los artistas callejeros que utilizan las sendas peatonales defendieran su actividad con movilizaciones y también para que el periodismo y los vecinos se pronuncien en este debate.
Los concejales del Frente Cívico generaron un comunicado en el que señalan la medida como un atropello que carece de sustento en alguna norma que prohíba la actividad.
Nosotros, en Radiocanal, instalamos la consigna en el programa CONTACTO DIRECTO y obtuvimos más de trescientas respuestas, la mayoría de ella a favor de permitir la actividad.
En nuestro portal de noticias tenemos una encuesta de la que ya participaron más de 350 personas y el 60% se pronuncia a favor de “dejar tranquilos” a los malabaristas en los semáforos.
Aún a riesgo de ser políticamente incorrecto, debo manifestar mi opinión en el sentido de evitar este tipo de actividades en los semáforos.
Me parece más que evidente que las sendas peatonales tienen como único fin generar un espacio para que los peatones lo utilicen para cruzar una calle o avenida cuando el semáforo lo permite.
Es un espacio público y cualquier actividad privada que se realice en esos lugares debe contar con la debida autorización de la administración municipal.
No se aplica acá el principio de que lo que no está prohibido está permitido porque en ese caso, nadie debería pedir permiso para utilizar el espacio aéreo público, o el Centro Cívico o cualquier plaza para realizar actividades con fines lucrativos privados.
Aceptando que los artistas callejeros realizan una actividad que debemos respetar y promover, tengo que decir que las sendas peatonales no son, naturalmente, los lugares indicados para realizar estas actividades y luego percibir lo que voluntariamente los automovilistas le deseen aportar.
Es cierto que así como se debe evitar la actividad en los semáforos, se debe ofrecer a estos artistas un ámbito adecuado para que se desarrollen y puedan percibir algún ingreso por los mismos.
Si el municipio permite esta actividad, también debería hacer lo mismo con los limpiavidrios, con las promotoras, con los vendedores de rifa y con los propios comerciantes de la ciudad que deseen ofrecer los productos en esos lugares.
Es evidente que el caos está a la vuelta de estos permisos.
También el riesgo de accidentes está presente en estas situaciones y si, Dios no lo permita, llega a producirse alguno, no tengan dudas que una buena mayoría de los que hoy se muestran permisivos con los malabaristas, no dudarán en criticar al Estado por “no hacer nada al respecto”.
El Estado debe ejercer su poder ordenador más allá de contar con el apoyo mayoritario de las opiniones públicas o publicadas
Si renuncia al ejercicio de esa función que hace a la naturaleza de su propia existencia, el caos y la anarquía seguirán apoderándose de las calles de nuestros pueblos y ciudades.
Gobernar, no necesariamente debe ser un campeonato de medidas supuestamente simpáticas para la mayoría.
Gobernar es, entre otras cosas, mantener el orden establecido y poner límites a las conductas que violan ese marco normativo convencional.
Gobernar es, en este caso y en mi opinión, mantener a las sendas peatonales como lo que son: un lugar para cruzar caminando una calle o avenida.
El conocimiento del hecho hizo que los artistas callejeros que utilizan las sendas peatonales defendieran su actividad con movilizaciones y también para que el periodismo y los vecinos se pronuncien en este debate.
Los concejales del Frente Cívico generaron un comunicado en el que señalan la medida como un atropello que carece de sustento en alguna norma que prohíba la actividad.
Nosotros, en Radiocanal, instalamos la consigna en el programa CONTACTO DIRECTO y obtuvimos más de trescientas respuestas, la mayoría de ella a favor de permitir la actividad.
En nuestro portal de noticias tenemos una encuesta de la que ya participaron más de 350 personas y el 60% se pronuncia a favor de “dejar tranquilos” a los malabaristas en los semáforos.
Aún a riesgo de ser políticamente incorrecto, debo manifestar mi opinión en el sentido de evitar este tipo de actividades en los semáforos.
Me parece más que evidente que las sendas peatonales tienen como único fin generar un espacio para que los peatones lo utilicen para cruzar una calle o avenida cuando el semáforo lo permite.
Es un espacio público y cualquier actividad privada que se realice en esos lugares debe contar con la debida autorización de la administración municipal.
No se aplica acá el principio de que lo que no está prohibido está permitido porque en ese caso, nadie debería pedir permiso para utilizar el espacio aéreo público, o el Centro Cívico o cualquier plaza para realizar actividades con fines lucrativos privados.
Aceptando que los artistas callejeros realizan una actividad que debemos respetar y promover, tengo que decir que las sendas peatonales no son, naturalmente, los lugares indicados para realizar estas actividades y luego percibir lo que voluntariamente los automovilistas le deseen aportar.
Es cierto que así como se debe evitar la actividad en los semáforos, se debe ofrecer a estos artistas un ámbito adecuado para que se desarrollen y puedan percibir algún ingreso por los mismos.
Si el municipio permite esta actividad, también debería hacer lo mismo con los limpiavidrios, con las promotoras, con los vendedores de rifa y con los propios comerciantes de la ciudad que deseen ofrecer los productos en esos lugares.
Es evidente que el caos está a la vuelta de estos permisos.
También el riesgo de accidentes está presente en estas situaciones y si, Dios no lo permita, llega a producirse alguno, no tengan dudas que una buena mayoría de los que hoy se muestran permisivos con los malabaristas, no dudarán en criticar al Estado por “no hacer nada al respecto”.
El Estado debe ejercer su poder ordenador más allá de contar con el apoyo mayoritario de las opiniones públicas o publicadas
Si renuncia al ejercicio de esa función que hace a la naturaleza de su propia existencia, el caos y la anarquía seguirán apoderándose de las calles de nuestros pueblos y ciudades.
Gobernar, no necesariamente debe ser un campeonato de medidas supuestamente simpáticas para la mayoría.
Gobernar es, entre otras cosas, mantener el orden establecido y poner límites a las conductas que violan ese marco normativo convencional.
Gobernar es, en este caso y en mi opinión, mantener a las sendas peatonales como lo que son: un lugar para cruzar caminando una calle o avenida.
miércoles, 21 de octubre de 2009
LA OBSTRUCCION DE VINCULOS ES UNA REALIDAD CRECIENTE
La sociedad evoluciona, la sociedad va cambiando, a veces progresivamente otras velozmente, sus paradigmas culturales.
Uno de los cambios contemporáneos más radicales se está produciendo en la conformación de las familias.
Estamos pasando de la familia tradicional, homoparental, a un grupo cada vez más creciente de familias disociadas, es decir, con matrimonios o parejas que se desvinculan y -muchas de ellas- generan nuevos grupos familiares.
En la actualidad, en San Francisco se producen aproximadamente 40/50 divorcios por año. Si consideramos que se casan anualmente unas 200/250 parejas, obtenemos que cada 10 parejas que se casan, 2/3 rompen ese vínculo. Esto sin contar las uniones y separaciones de hecho, que van en aumento y nos tienen registro.
El punto es que muchas de esas roturas de vínculos son traumáticas por cuestiones afectivas o materiales.
Y cuando esa crisis no se resuelve en un marco de racionalidad, allí donde hay hijos, muchas veces estos son utilizados como una especie de "arma" en la batalla que sostienen los ex conyuges.
Algunos padres comienzan a "concientizar" a sus hijos respecto de lo mal padre o madre que es el otro.
El retaceo de las visitas, el no pago de las cuotas alimentarias y las denuncias de violencia son una especie de "combo" que constituye lo que hoy se conoce como síndrome de alienación parental u obstrucción de vínculos que, muchas veces, termina en los tribunales.
Por supuesto que el problema de fondo es la actitud de los padres frente a la separación. Eso no lo duda nadie.
Ahora, cuando le toca intervenir al Estado, quiero plantear aquí mis dudas respecto de la capacidad en términos de recursos humanos y materiales para afrontarlo.
De hecho, en San Francisco, el mismo juez que resuelve sobre un concursos privado de acreedores o una quiebra, o el cobro de un pagaré, debe ocuparse de estas cuestiones porque no hay un Juzgado de Familia específico.
El SAC es ya una realidad entre nosotros y es hora de comenzar a hablar de ello para que la sociedad comience a buscar respuestas a una problemática creciente en términos cuantitativos y cualitativos.
Uno de los cambios contemporáneos más radicales se está produciendo en la conformación de las familias.
Estamos pasando de la familia tradicional, homoparental, a un grupo cada vez más creciente de familias disociadas, es decir, con matrimonios o parejas que se desvinculan y -muchas de ellas- generan nuevos grupos familiares.
En la actualidad, en San Francisco se producen aproximadamente 40/50 divorcios por año. Si consideramos que se casan anualmente unas 200/250 parejas, obtenemos que cada 10 parejas que se casan, 2/3 rompen ese vínculo. Esto sin contar las uniones y separaciones de hecho, que van en aumento y nos tienen registro.
El punto es que muchas de esas roturas de vínculos son traumáticas por cuestiones afectivas o materiales.
Y cuando esa crisis no se resuelve en un marco de racionalidad, allí donde hay hijos, muchas veces estos son utilizados como una especie de "arma" en la batalla que sostienen los ex conyuges.
Algunos padres comienzan a "concientizar" a sus hijos respecto de lo mal padre o madre que es el otro.
El retaceo de las visitas, el no pago de las cuotas alimentarias y las denuncias de violencia son una especie de "combo" que constituye lo que hoy se conoce como síndrome de alienación parental u obstrucción de vínculos que, muchas veces, termina en los tribunales.
Por supuesto que el problema de fondo es la actitud de los padres frente a la separación. Eso no lo duda nadie.
Ahora, cuando le toca intervenir al Estado, quiero plantear aquí mis dudas respecto de la capacidad en términos de recursos humanos y materiales para afrontarlo.
De hecho, en San Francisco, el mismo juez que resuelve sobre un concursos privado de acreedores o una quiebra, o el cobro de un pagaré, debe ocuparse de estas cuestiones porque no hay un Juzgado de Familia específico.
El SAC es ya una realidad entre nosotros y es hora de comenzar a hablar de ello para que la sociedad comience a buscar respuestas a una problemática creciente en términos cuantitativos y cualitativos.
jueves, 23 de julio de 2009
LA INSEGURIDAD ES UN PROBLEMA DE TODOS
San Francisco y la región viven una escalada de hechos delictivos que preocupa por igual a autoridades y vecinos.
En menor o mayor medida, siempre hubo delitos en nuestra comunidad. Lo que llama la atención en los últimos tiempos es el grado de complejidad que los mismos implican.
Recientemente, el robo del avión en el aeroclub, el asesinato de Natalia Vercesi, el operativo donde de desarticuló un banda con más de 3 kg de cocaína y hace un tiempo las acciones para esclarecer el robo a una mutual de la ciudad de Corral de Bustos y asaltos organizados a la zona rural protagonizados por delincuentes de nuestra ciudad y región nos hablan de un nuevo estadío en el nivel de organización y complejidad de los delitos perpetrados en nuestra zona o llevados adelante por bandas de nuestra ciudad.
La mayoría de los hechos enunciados requieren de un cierto nivel de organización, de logística e inteligencia que no se daba en el pasado.
Hay una serie de factores que permiten explicar porqué, en las actuales circunstancias, San Francisco va camino a dejar, definitivamente, de ser la ciudad segura que algún día fue.
- Temporalmente, este "salto" cualitativo en el delito es contemporáneo a la llegada del juego a la ciudad. No tanto por lo que implica el juego en sí mismo sino porque genera espacios de "encuentro" de "reunión" de elementos vinculados al mundo del delito (droga, prostitución, etc).
- La triple frontera que compartimos San Francisco, Frontera y Acapulco sin una accionar unívoco de las fuerzas policiales, genera espacios para el accionar delictivo.
- El crecimiento en el consumo de sustancias les da a los delitos un perfil más violento.
- La trata de "blancas" asoma entre el nuevo tipo delictivo en nuestra zona.
- Aúnque se observa una trabajo policial intenso, existe la sensación de que no se cuenta con el recurso humano y material suficiente para enfrentar estos hechos.
El delito y su consecuencia directa que es la inseguridad no es un problema social cuya solución pueda ser dejada en manos de la fuerza policial y de la justicia exclusivamente.
Se requiere de una respuesta masiva y organizada de toda la sociedad. Volver a estar y sentirnos seguros es un desafío donde la solidaridad, el ponerse codo a codo, es un concepto que no puede estar ajeno a la acción.
San Francisco y la región ya requieren de una convocatoria amplia para definir líneas de actuación que permitan interactuar al ciudadano, organizadamente, con las fuerzas de seguridad.
Existen en la ciudad dos ejemplos de respuestas de este tipo y son los barrios 9 de Setiembre y Vélez Sarfield que, ante una ola de robos, instalaron alarmas comunitarias que le permitieron reducir notablemente estos delitos en esos sectores.
Si no generamos algún tipo de reacción, es evidente que San Francisco va camino a transformarse, en el mediano plazo, en una ciudad clarmente insegura y eso, la inmensa mayoría de los ciudadanos, no lo deseamos.
En menor o mayor medida, siempre hubo delitos en nuestra comunidad. Lo que llama la atención en los últimos tiempos es el grado de complejidad que los mismos implican.
Recientemente, el robo del avión en el aeroclub, el asesinato de Natalia Vercesi, el operativo donde de desarticuló un banda con más de 3 kg de cocaína y hace un tiempo las acciones para esclarecer el robo a una mutual de la ciudad de Corral de Bustos y asaltos organizados a la zona rural protagonizados por delincuentes de nuestra ciudad y región nos hablan de un nuevo estadío en el nivel de organización y complejidad de los delitos perpetrados en nuestra zona o llevados adelante por bandas de nuestra ciudad.
La mayoría de los hechos enunciados requieren de un cierto nivel de organización, de logística e inteligencia que no se daba en el pasado.
Hay una serie de factores que permiten explicar porqué, en las actuales circunstancias, San Francisco va camino a dejar, definitivamente, de ser la ciudad segura que algún día fue.
- Temporalmente, este "salto" cualitativo en el delito es contemporáneo a la llegada del juego a la ciudad. No tanto por lo que implica el juego en sí mismo sino porque genera espacios de "encuentro" de "reunión" de elementos vinculados al mundo del delito (droga, prostitución, etc).
- La triple frontera que compartimos San Francisco, Frontera y Acapulco sin una accionar unívoco de las fuerzas policiales, genera espacios para el accionar delictivo.
- El crecimiento en el consumo de sustancias les da a los delitos un perfil más violento.
- La trata de "blancas" asoma entre el nuevo tipo delictivo en nuestra zona.
- Aúnque se observa una trabajo policial intenso, existe la sensación de que no se cuenta con el recurso humano y material suficiente para enfrentar estos hechos.
El delito y su consecuencia directa que es la inseguridad no es un problema social cuya solución pueda ser dejada en manos de la fuerza policial y de la justicia exclusivamente.
Se requiere de una respuesta masiva y organizada de toda la sociedad. Volver a estar y sentirnos seguros es un desafío donde la solidaridad, el ponerse codo a codo, es un concepto que no puede estar ajeno a la acción.
San Francisco y la región ya requieren de una convocatoria amplia para definir líneas de actuación que permitan interactuar al ciudadano, organizadamente, con las fuerzas de seguridad.
Existen en la ciudad dos ejemplos de respuestas de este tipo y son los barrios 9 de Setiembre y Vélez Sarfield que, ante una ola de robos, instalaron alarmas comunitarias que le permitieron reducir notablemente estos delitos en esos sectores.
Si no generamos algún tipo de reacción, es evidente que San Francisco va camino a transformarse, en el mediano plazo, en una ciudad clarmente insegura y eso, la inmensa mayoría de los ciudadanos, no lo deseamos.
viernes, 3 de julio de 2009
LA GRIPE A DESNUDA NUESTRAS CONTRACCIONES COMO SOCIEDAD

La pandemia está entre nosotros y llegó para quedarse por todo el tiempo que dure el invierno al menos.
Junto con la gripe A, llegaron también una serie de miserias y contradicciones que merecen un análisis que excede las posibilidades de esta columna y este columnista pero que, al menos, trataré de dejar planteadas.
Cuando vemos, escuchamos o leemos a especialistas y responsables de la salud pública, obtenemos datos como los siguientes:
- En el mundo, y en Argentina también, se mueren 10 de cada mil personas que contraen la gripe común. La tasa de mortalidad para la gripe A parece ser por ahora bastante inferior: 4,5 por mil en Estados Unidos, 1,9 por mil en Chile y 3,1 por mil en Canadá.
- Sólo el cinco por ciento de los casos confirmados requieren tratamiento médico con internación. Y de ese cinco por ciento, sólo un tercio necesita terapia intensiva o respirador. Y eso es más o menos lo mismo que sucede con la gripe común.
- En todo el año pasado, hubo 1.166 muertes en Córdoba por distintas afecciones respiratorias. Hemos estado viendo los números y a esta altura del año estamos por debajo de ese nivel.
- En Córdoba, la cantidad de internaciones pediátricas por afecciones respiratorias agudas bajas (bronquiolitis, virus respiratorio y neumonías) es menor. Desde enero hasta la última semana de junio en los hospitales hubo 419, contra 450 del mismo período del año anterior.
La ciencia nos está diciendo, con toda claridad, que no se trata de un virus más letal que la gripe humana. Eso sí, tiene una mayor capacidad de contagio y por eso, en Buenos Aires ya hay más gripe porcina que humana, lo cual, si los datos de mortalidad fueran ciertos, sería casi una bendición, porque son inferiores que los de la gripe "común".
Ahora, la gran pregunta entonces es ¿porqué semejante grado de paranoia frente a algo que no es tan grave?.
La respuesta que apunta a que el temor es porque se trata de un virus nuevo y desconocido no alcanza a explicar la reacción de la sociedad. De hecho, siempre nos han dicho que el virus de la influenza muta años tras año y que por eso la vacuna no es siempre la misma.
Se ha creado aquí un círculo extremadamente vicioso donde se mezcla el virus desconocido con intereses económicos espúreos, desmanejos de la prensa y un Estado incapaz de conducir la crisis.
Precisamente el Estado, que, sabiendo las características del fenómeno, lejos de ordenar la situación, tiene un mensaje totalmente contradictorio: por una lado relativiza la enfermedad con información científica y por el otro toma medidas extraordinarias como suspender las clases, enviar a su casa a las embarazadas, suspender eventos públicos, etc.
Es algo así como ir al médico y que te diga que está todo bien, pero te ordena una par de sesiones de quimioterapia.
La duda, la incredulidad, se instalan entre la gente y desde esa percepción, alimentada por los medios y los intereses que se benefician de esta situación, la consecuencia lógica es salir a comprar a tientas y a locas barbijos que no están indicados sino en casos específicos, alcohol en gel cuando agua y jabón es suficiente para lavarse las manos y automedicarse hasta el punto de correr riesgos de agravar su situación si el virus efectivamente entra en su cuerpo.
Como consecuencia de esta reacción, la sociedad comienza a exigir medidas para protegerse y el Estado, aún convencido de que son inocuas, las toma para mostrarse "combatiendo" el flagelo.
Un círculo de locos, que muchos aprovechan sin mayores prejuicios (y no son políticos precisamente).
Ni siquiera podemos decir que es propio de los argentinos ser tan contradictorios porque no son pocos los países que reaccionan igual que nosotros frente a esta pandemia.
Un tema digno de ser analizado sociológica y psicológicamente.
En solo no puedo ayudarlos, solo me alcanza para plantearlo.
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